La capacidad de progreso de nuestras sociedades se basa, entre otros elementos, en su capacidad para incorporar la contribución y la responsabilidad de los jóvenes en la construcción y el diseño de su futuro. Además de su contribución intelectual y de su capacidad para movilizar apoyo, los jóvenes aportan perspectivas especiales que es preciso tener en cuenta.

    La incorporación de nuestro país a las nuevas tecnologías de la comunicación e información, están reconstruyendo la cultura juvenil en todos los sentidos. La participación en los asuntos públicos y comunitarios no es la excepción. El joven mexicano quiere ser tomado en cuenta; quiere que su voz se escuche y ser parte de las grandes decisiones del país y de su comunidad.

     Debemos formar un sujeto social que colabore, critique y actúe, que sea ciudadano de su comunidad y del mundo, comprometido con la búsqueda de su propio desarrollo y del país.